La semana pasada abrió sus puertas un año más ese supermercado del cómic (entre otras muchas cosas) llamado Saló. Y por segundo año consecutivo un servidor se plantó allí con su carpeta de dibujos y con el ánimo de hallar esos números inencontrables de colecciones aún por cerrar. Un par de entrevistas con diferentes editores y algunos números de Forum, Zinco o el álbum de Las Mil y una noches de Ricard Corben hicieron provechoso la paliza del viaje.
De novedades, teniendo en cuenta que había que cargar con la maleta, pocas. Decidí comprar el resto en Graná y me limité a estas cuatro: El Superman de Alan Moore. Imprescindible, aunque ya tuviera en la edición de Zinco las dos mejores historias (Para el hombre que lo tiene todo y ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?); El Spirou de Munuera. Una delicia. En la Fnac me había pillado Paris-sous-Seine en su edición francesa y ansiaba tener estos tres álbumos en castellano; El Puño de Hierro del trío Brubaker-Fraction-Aja... joder, este personaje es uno de mis favoritos de la Marvel desde que leyera en los 80 aquellas historias de Claremont y Byrne; y, por último, Arrugas de Paco Roca, habiendo ganado dos de los más importantes premios del Saló, pues había que pillárselo, ¿no? Y, dicho sea de paso, leído ya decir que merece la pena.
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